13 may 2011

SANTAS FUNDADORAS

MARIA BARTOLOME CAPITANIO: Nace en Lóvere, un pueblo del norte de Italia, en una familia humilde. De temperamento vivaz e inquieto. Es educada en el convento de las Clarisas y allí a los doce años siente sus primeros deseos de entregarse totalmente al Señor. Al salir del convento la dura realidad de su pueblo le presenta un nuevo llamado... "la bendita caridad con el prójimo que Jesús tanto amaba en este mundo!".
María Bartolomé se sabe criatura de Dios, necesitada de salvación, como todo hombre. Queda deslumbrada por Jesús que asume la naturaleza humana y entrega su vida por amor; lo descubre como su "amabilísimo Redentor".
Si Jesús es para ella aquel que por amor se entrega a los hombres, que sale al encuentro de sus necesidades hasta "dar su sangre", por lógica consecuencia ella debe hacer lo mismo. Este es el camino que propone para el Instituto que se siente llamada a fundar.
María Bartolomé Capitanio (Meulí)
VICENTA GEROSA: El 29 de octubre de 1784 nacía en Lóvere la primera hija de Juan Antonio Gerosa y Jacoba Macario. La bautizaron con el nombre de María Catalina Francisca (Vicenta Gerosa).La familia Gerosa se dedicaba al comercio y a la industria de curtido y venta de pieles con lo que había adquirido abundantes bienes. La pequeña Vicenta recibió ejemplos de una religiosidad tradicional, de honestidad, de trabajo y de caridad hacia los necesitados.

No recibió una instrucción esmerada que respondiera a su condición social, en Lóvere sólo había escuelas populares. Era muy tímida, inteligente, reflexiva. Sus tíos le enseñaron a leer, a escribir, a hacer cuentas y las nociones necesarias para la vida, dirigidas más hacia la práctica que hacia la teoría.
La familia Gerosa sufrió también las consecuencias de la situación política cuando las tropas de soldados franceses y alemanes establecidas en Lóvere, imponían importantes impuestos. La experiencia vivida en familia, fortificó la fe de Vicenta. Aprendió a leer en lo cotidiano la voluntad de Dios y ésta fue la base de su camino espiritual que la llevó a la santidad. Vicenta no sintió apego a las riquezas legítimamente heredadas, ni permaneció inactiva. Comenzó a reunir en su casa a jóvenes del pueblo. Rezaban juntas. Se ocupaban de cuidar y proveer de lo necesario a las capillas cercanas. Allí concurre Bartolomea, se conocen, unen sus ideales, nace entre ellas una gran amistad en la cual comparten la "pasión por el bien de los más necesitados". Bartolomea le propone unirse para edificar una casa dedicada totalmente a la caridad. Vicenta no se siente capaz, pero en la oración asume tal propuesta y pone sus bienes y su misma persona a disposición de tal fin.
Vicenta Gerosa

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